domingo, 5 de junio de 2016

¿Qué hacemos con la música?



En el auto, caminando, andando en bici, en el colectivo, cuando nos bañamos, cuando vamos a un bar, al teatro, cuando prendemos la tele, la radio, cuando estamos navegando en Internet… Parece que la música está permanentemente con nosotros, es quizá una de las ramas del arte más constante en nuestra cotidianidad… pero ¿Qué lugar le damos? ¿Qué nos produce? ¿Qué escuchamos? ¿Qué hacemos con la música?

Empecemos por preguntarnos ¿Qué entendemos por música? y lo primero que podemos hacer es googlear,  Wikipedia nos dice “La música (del griego: μουσική [τέχνη] - mousikē [téchnē], "el arte de las musas") es, según la definición tradicional del término, el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos”. Y aunque la definición es bastante completa cada uno podrá entender lo “sensible” “lógico” y “coherente” en sus modos (determinados culturalmente).

¿Y los ruidos, también son música? Todos los sonidos cotidianos como el tránsito, los pasos, los electrodomésticos, mezclados con los ruidos de aves, perros, murmullos, sirenas…¿ acaso no es la música de la ciudad? Si se dan de forma lógica y hasta pueden tener ritmo y melodía.

En 1909, en Italia, nace la vanguardia Futurista, y una de sus innovaciones fue plantear el ruido como elemento fundamental de la composición. Luigi Russolo escribe el manifiesto ‘El arte de los ruidos’ (‘L’arte dei Rumori’, 1913), donde quedan expuestos los postulados de su concepción del hecho musical, en virtud de los cuales la música propiamente dicha pasaría a desecharse, por así decir, en beneficio de los “ruidos-sonidos” (zumbidos, rugidos, silbidos, susurros, chillidos, percusiones, ruidos metálicos, voces, gritos de hombres y animales, etc.) y que, sometidos a una reorganización intuitiva, pretendían configurar una estética sonora de su tiempo -anticipándose así a los experimentos de música concreta que treinta años después Pierre Schaeffer comenzaría a llevar a cabo-.
Los invito a escuchar la música futurista de Russolo, la pieza se llama Aviador Dro y está dentro de El Despertar de Una Ciudad:




Para seguir ampliando la concepción de música pero en el sentido contrario, ¿Por qué no pensar también en el silencio? Un elemento constitutivo de las composiciones.
John Milton Cage  fue un compositor, instrumentista, poeta, filósofo y pintor estadounidense. Por sobre todo eso fue un gran creativo. Compuso un obra para piano basada en el silencio. Es música, la partitura, lo objetivo, está escrito en un papel, pero lo innovador es su interpretación.
Acá está el video de esta obras titulada 4 ́33 ́ ́: 



 John Cage dijo muy ciertamente “Vivimos en un tiempo en el que creo que no hay una corriente principal, sino muchas corrientes, o incluso, si se quiere pensar en un río de tiempo, que hemos llegado a un delta, puede que incluso más allá de un delta, a un océano que se extiende hasta el cielo”.

Por lo que podemos afirmar que es tan increíble como inabarcable el universo de la música, y no nos permite juzgar con parámetros de bueno o malo simplemente diferente. Un universo en el que coexiste todo tipo de experimentación y la principal condición es la atemporalidad, ya que hoy podemos revivir la música de cualquier momento pasado. Vivimos en la capacidad de reunirnos con cualquier expresión artística por medio de una pantalla. Toda la música nos queda a un click.

Hoy internet es una máquina de tiempo que nos hace conocer y recuperar música de todas las épocas y de todas las partes del mundo sin siquiera movernos de nuestro escritorio. La música – y todas las industrias culturales- se transformaron a partir de la indisoluble vinculación con la red.
¿Pero qué hacemos con toda esa música a la que tenemos tan fácil acceso?
El pianista y director de orquesta Daniel Barenboim, dice que la música significa cosas diferentes para cada persona y a la vez significa cosas diferentes para la misma persona en distintos momentos. Acá les comparto un video de este artista, que con simples palabras  nos hace reflexionar del uso que le damos a la música:





Sin duda, nos deja una reflexión pero además un desafío, que implica darle otro lugar a la música, quizá el lugar que se merece. Desnaturalizar el simple hecho de poner play, prestarle atención y entregarnos a la música. No importa si es el fin es olvidar, por lo menos olvidemos disfrutando escuchar, para descubrir la magia que conlleva, la sensación de eternidad, el juego del tiempo. Uno puede sentir que el tiempo frena y viaja en recuerdos con una canción, y es la parte subjetiva, pero lo objetivo es la canción en si misma con su determinado tiempo de duración. La música combina estas dos características así como también acepta la coexistencia entre lo feliz y lo triste en simultáneo. La música lo es todo a la vez. “Es la expresión del alma que se evapora en el aire” ,  o que queda en la memoria del que escucha con atención y disfruta únicamente una canción, asi como también queda en la memoria de aquel que bailó y se divirtió con la música. Son válidas todas las formas, usos e intenciones.
Y si nos ponemos a pensar son varios los recuerdos que asociamos con alguna música determinada. Y ¿quién no escucha canciones que el hacen a acordar a personas o momentos?
Podemos usar la música de fondo cuando nos juntamos con amigos, o cuando vamos en el transporte, y la lista de reproducción que elijamos tendrá que ver con nuestro estado de ánimo, ¿Cuántas veces nos cambia el humor una canción?
Son demasiadas las cualidades que entran en casi cuatro minutos (promedio) que dura un tema, ni hablar en el concepto de un álbum entero.
Es bueno reflexionar de lo simple y lo complejo que es el arte, y también ser conscientes de que podemos viajar gratis subiéndonos a una canción.


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