lunes, 11 de enero de 2016

Tradiciones históricas contra Costumbres modernas... ¿Lali en Jesús María?

El folklore es, desde su etimología, el saber y el conocimiento del pueblo, es la manifestación de la cultura en todas sus formas de expresión, arte, artesanía, comidas, mitos y leyendas, costumbres, tradiciones, la música y la danza.

Arraigado a las costumbres más tradicionalistas del folklore argentino, cada enero se celebra el Festival de Doma y Folklore de Jesús María, que este año llega a su edición número 51.
Esta celebración tiene su origen en 1965, cuando un grupo de pueblerinos cordobeses crean la Sociedad de Cooperadoras Escolares de Jesús María y Colonia Caroya, con el fin de gestionar un evento que permita reunir fondos para la educación, teniendo como pilares la tradición, el amor a la tierra y la cultura popular se organizó desde aquel entonces hasta hoy el festival, claro que siempre creciendo y ampliando su grilla correspondiendo a la ampliación de su público. Es con lo recaudado en estas celebraciones como se realiza una constante e importante colaboración a las escuelas, aportando comidas, útiles, libros, material pedagógico, gabinetes informáticos, salones multiuso, gimnasios cubiertos, baños dignos, perímetros cercados, aulas para cada uno de sus grados con amplias paredes con revoques pintados, laboratorios de especialidades, bibliotecas, veredas de material y hasta agua corriente para una escuela rural.
Típicamente en este evento el escenario es lugar de música tradicional del folclore argentino, y acá empieza quizá a existir la polémica en cuestión.
Si definimos folclore como el saber y hacer del pueblo, es decir, su cultura, ¿con qué criterio decimos qué es folclore y qué no? . Lo sencillo en este caso es que el festival es de Doma y Folclore, y eso ya nos enmarca en tradiciones que tienen que ver con un seno argentino de relación con el campo, con los animales, con el coraje del gaucho. Implica conocer acerca de las jineteadas, que en el caso del Jesús María se da en tres diferentes instancias según las condiciones que tenga el jinete, los elementos que puede usar y como se presente el bagual (caballo sin domar), que varían en Crina limpia, Grupo sureña y Bastos con encimera sin boleadoras.
La jineteada mantiene vigente el homenaje a una cultura viva en el interior del país, es parte de la conservación del patrimonio intangible, porque colabora con la perduración de eso  tan típico que a la vez es tan lejano para los que no vivimos en el campo, y ese cúmulo de tradiciones que son la fiel identidad del paisano y del paisaje y tienen relación con lo que comúnmente denominamos folclore, evocando a chacareras, zambas, chamamé, carnavalitos, pericón, vidalas, chayas, gatos o cuecas. Cada uno con sus ritmos e instrumentos propios, característicos de cada región. Sin embargo, todas ellas fueron permeables a las influencias de regiones vecinas o de países limítrofes.
¿Pero eso solo es folclore?  el tango, la cumbia, el rock nacional, el cuarteto, y otros ritmos, ¿no lo son también?
Lo que sucede es que para hablar de la historia del folklore argentino se parte de tres hitos la colonización española y la inmigración africana forzada por el tráfico de esclavos durante la dominación española (siglos XVI-XVIII); y las olas de inmigrantes, primero la  europeos (1880-1940) y  la gran migración interna (1930-1980). Siendo esta manera una manera hibrida de conformar el Estado Nación, que arroja resultados híbridos y particulares en la creación de la cultura argentina.
Lo que se reconoce históricamente como folclore son esos (primeros) estilos de música, asociados con letras a los paisajes rurales, a la cotidianeidad de la vida en el campo, al trabajo con los animales y la tierra. De hecho es común encontrar en las payadas o en las milongas camperas referencias a los caballos, a la flora o la fauna del lugar. Lo importante para destacar como característica de todos estos géneros tradicionales es que transmiten lo local de una manera muy personal, arraigada a la forma de vida y sobre todo a la historia que forja la cultura.

En el Festival de Doma y Folclore de Jesús María, los artistas que suelen frecuentar el escenario son los que cumplen con esa condición, como por ejemplo Los Cuatro de Córdoba, Duo Coplanacu, Los Tekis, El Chaqueño, La Sole, Los Yupanquis, Pastor Luna, Los Manseros Santiagueños, Los Nocheros, Los Alonsitos, Jorge Rojas, y figuras reconocidas en el ambiente.

Es válida la pregunta sobre el nacionalismo o el tradicionalismo acerca de estos shows, ante  la tendencia a valorar la tradición en cuanto conjunto de normas y costumbres heredadas del pasado, por el simple de hecho de mantenerlas para que perduren inamovibles en el tiempo, a la vez que cabe reconocer la perdurabilidad de las costumbres, trascendiendo como legado y conformando el patrimonio cultural nacional.

Este año, la organización del festival decidió cerrar el evento con la presencia de la artista pop Lali Espósito, y fue un claro punto de discusión.
¿es Lali Espósito representante del folclore argentino? Sí. Porque mueve muchísima cantidad de gente, llena teatros con su obra (adaptación de la telenovela que protagoniza en la tv) y también llena teatros con su música popera de bajo contenido. Es una artista masiva, aunque no popular, porque el público que la sigue es mayoritariamente adolescente de los que suelen relacionarse con modas y no con referentes
Pero… ¿es Lali Espósito representante del folclore tradicional argentino? No. ¿Tiene relación alguna su música con las domas? No. Y por eso su presencia en un festival que desde que empezó hasta este año mantuvo una línea de ética y estética (ligada a las tradiciones camperas que nombraba antes), llama la atención y despierta duras críticas.
Por qué entonces el festival se volvió vulnerable ante la oportunidad de contratar un artista del momento que asegura llevar miles de espectadores. Se ve muy claro el negocio. Aunque tampoco debemos caer en la ingenuidad y pensar que solo porque esta vez la polémica es con una artista de otro género no hubo intereses económicos de fondo, con tan solo pensar en el caché de cada artista. Pero claro, no olvidemos que el fin del evento es solidario.
Entonces ¿qué vale más? Por un lado mantener una tradición cultural, brindando un evento para visibilizar y celebrar la cultura esencialmente criolla, respetando las costumbres y manteniendo una línea, que sobre todo marca también la identidad del espectáculo, y por otro lado pensar en que artista convoca más público y contratarlo para aumentar el público, por más que eso implique ampliar los horizontes del festival y crear una masa espectadora tan amplia como hibrida.

Varios medios de comunicación levantaron la noticia con cierto tono de agresión a Lali Espósito desde el público que frecuenta el festival, proclamándose en su contra.
En las redes sociales se compartieron imágenes en contra de la presencia de esta artista,  y trascendía como un simple rechazo generalizado.
El grupo Folclore Nomás, pudo expresar claramente la postura que se toma, dando explicaciones suficientes
 No estamos en contra de Lali (género musical: pop) sino de que no es coherente su presencia en un Festival tradicional de "DOMA Y FOLCLORE" en el cual se debería priorizar el fomento de nuestra música autóctona ante los más jóvenes.
- El Festival termina el día lunes 18 como dice la grilla de programación y por eso se "vende" el Festival con los artistas hasta ese día, No existe un Festival hasta el domingo y el lunes empieza otro, como algunos ilógicamente suponen. Si antes se presentaban conjuntos de cuarteto en la última noche es aceptable porque son parte de la cultura cordobesa, tierra donde se hace el festival.
- Si la presencia de Lali, Marama y demás el día lunes 18 esta pensado como una noche extra con fines benéficos, lo cual apoyamos y destacamos enormemente, también se puede hacer dicha noche con artistas del género folclore que convoquen o hacer un evento posterior con otro nombre pero no dentro del Festival de DOMA Y FOLCLORE, vamos de nuevo FOL CLO RE” (cita textual de un comunicado de Facebook)

Dejando en evidencia que se intenta defender un show cultural por encima de mercado de las industrias culturales, y este el segundo punto de inflexión en el tema.
Primero entender que es el folclore tradicional y por qué afecta la presencia de artistas como Lali o la banda de cumbia-pop uruguaya Marama (convocada para el mismo día),y el segundo es tratar de visualizar donde un espacio cultural popular se convierte en un mercado cultural que comienza a guiarse por la rentabilidad por sobre la identidad del producto. De manera que una festividad con gran convocatoria e identidad afirmada en un pueblo pierde su estable vínculo por intentar captar otros/nuevos públicos bajo un solo lema de oferta-demanda guiado por industrias culturales que lejos están de mantener vivas las esenciales tradiciones argentinas.

La diferencia entre cultura de masas y cultura popular, es que la primera está signada por un mercado capitalista cambiante y cosmopolita, que pierde identidad local para ganar un insulso sentido de pertenencia global en contraposición con la cultura popular que es la manifestación de un pueblo que expresa desde su espacio su cosmovisión y sus costumbres.
Sin ánimos de criticar negativamente el producto en fin que es Lali Espósito, la identifico con una cultura de masas, que no profundiza en un mensaje natural, que se vende por las pantallas y que nada tiene que ver con un festival de Doma (tampoco quiero hacer un juicio sobre las domas mismas), todo tendrá su razón de ser y su lugar, la cuestión es hasta donde se puede querer “innovar” en un espacio que hace 51 años responde a una misma lógica, la cual este año vuelve a mantener hasta el último día en que deciden coronan la festividad un género atípico en este particular escenario.

Sin duda es un tema que permite tantas lecturas como interpretaciones, aunque la que más ruido hace sea la de ver como cada espacio, por más que intente ser tradicionalista, se quiebra ante nuevos consumos de masa o por la simple e inminente lógica económica. Sobre todo si pensamos que en el 2000 quien cerraba semejante show era nada menos que Mercedes Sosa… cabe en cada uno pensar cómo se llegó a contratar para lo mismo a Lali.

domingo, 3 de enero de 2016

Muñecos de Fin de Año, tradición platense

Los últimos días de Diciembre volví a leer Farenheit 451, de Ray Bradbury, "era un placer quemar", y todas las hazañas con el fuego me hicieron pensar en lo increíble de este fenómeno natural, y preguntarme lo que el mismo autor me contestó, citando textual: "¿Qué hay en el fuego que lo hace tan atractivo? No importa la edad que tengamos, ¿que nos atrae hacia él?- Beatty apagó de un soplo la llama y volvió a encenderla-. Es el movimiento continuo, lo que el hombre quiso inventar, pero nunca lo consiguió. O el movimiento casi continuo. Si se la dejara arder, lo haría durante toda nuestra vida. ¿Qué es el fuego? Un misterio. Pero en realidad no lo saben. Su verdadera belleza es que destruye responsabilidad y consecuencias. Si un problema se hace excesivamente pesado, al fuego con él".

Termine de leer el libro para cuando en la ciudad de La Plata se empezaban a ver los primeros esqueletos de los Muñecos de Fin de Año.

En la ciudad hay una antigua tradición que tiene directa relación con un ritual latino y la noche del  “año viejo”. Cada 31 de diciembre a la media noche los vecinos o familias quemaban un momo relleno de paja o madera, representando con la incineración y el fuego la supresión de lo pasado, una regeneración de las energías y el tiempo, la transición y con ella abolir lo viejo y dar lugar a lo nuevo y a la purificación.

Se dice que en La Plata esta costumbre comenzó en el bar de Don Tortora, en 1956, cuando en homenaje a un jugador de Cambaceres se quemó un muñeco en la esquina de 10 y 40.
Desde entonces se empezó a contagiar entre los ciudadanos las ganas de hacer y quemar sus propios muñecos, convirtiéndose en una tradición de cada barrio. Con el tiempo se fueron perfeccionando y haciendo más creativos, también aumentó el uso de la pirotecnia para el relleno de los mismos.

El crecimiento fue tal que la Municipalidad comenzó a regular la actividad, para realizar un muñeco hay que registrarlo en oficinas del municipio, y los que están en esa lista participan por concursos para elegir al mejor.

El ritual de los muñecos tiene particularidades, se comienzan a realizar a partir de los días cercanos a la Navidad, y están listos para la noche del 31, algunos siguen cumpliendo con la quema a las 00hs, pero la mayoría –para dar más lugar al brindis familiar- convocan a los vecinos a partir de la una de la madrugada.
Los muñecos suelen constar con una estructura de hierro y alambres soldados que forman el esqueleto y que se cubre con papel y engrudo y luego se pinta. Los fondos para hacerlos los aportan los mismos vecinos del barrio y es tradición también que al pasar por cada muñeco en construcción se pare a los autos o peatones para pedir colaboraciones.

Otra tradición dentro de esta costumbre es la del recorrido por la ciudad el mismo 31 para ver como quedaron.

Este fin de año en la ciudad hubo anotados  en el Municipio 120 muñecos, claramente más de uno por barrio, y aunque no salí a hacer el típico recorrido como cuando era más niña, visité solo algunos y me adelanté a elegir el que para mí sería el ganador.
(También lo hice pensando en esta nota)

Selvática, el eslabón perdido está construido en la calle 77 entre 13 y 14, y es mucho más que un muñeco, son 33 piezas hechas por separado, montadas en una escenografía, creando un ambiente mágico. Puede atravesarse, tiene agua, arena, y un realismo que cautiva. Esta realizado por el Grupo Artístico Autodidacta Muñequero (GAAM Drako), que cuenta con una tradicionalista trayectoria en la creación de muñecos de fin de año.
Gente de todos los barrios se acercaba a verlo, transitarlo y sacarse una foto. No había quién no se vaya asombrado.
Con un mensaje de concientización sobre el cuidado de la naturaleza, esta escena montada en el medio de las calles hacía que las casas parezcan diminutas, y por ser una verdadera obra de arte ganó el primer premio elegido por la gente y por los medios de comunicación que organizan el concurso.



                                                   




     

Creo que esta costumbre trasciende el hecho de crear un muñeco de un personaje del año o de crear algo nuevo, es más que el intento de superar la construcción anterior, esta forma de arte efímera se justifica en el hecho de compartir con los vecinos. 
Es un hecho cultural que indiscutidamente crea y es creador a la vez de identidades. Formar parte del equipo que realiza un muñeco implica un fuerte sentido de pertenencia a un barrio, a unas cuadras, hace perdurar la idea de “los amigos del barrio”, y el clima caluroso ayuda para que las calles de la ciudad se pueblen hasta altas horas de la madrugada, siendo el momento preferido para ponerse a trabajar entre alambres y cartones. Los chicos ya de vacaciones pasan los primeros días del verano construyendo su muñeco, poniendo tanto esfuerzo en lo que luego arde en llamas efímeramente; días enteros de dedicación acaban en un show de fuego que no dura más de 5 minutos. Es una metáfora. El tiempo se quema a la vez que el fuego enciende, como si se tratara de dar muerte a la vez que se regenera la vida.

Fahrenheit 451 es la temperatura a la que se quema el papel, y es el papel una de las principales materias primas de los muñecos. Pero es más que papel, alambre y pirotecnia lo que arde entre el 31 de Diciembre y el 1° de Enero.
Las esquinas o ramblas son escenarios, los muñecos – algunos gigantes de hasta 7 metros de altura – invitan, llaman, convocando a un grupo de conocidos y desconocidos a compartir ese momento. Todos reunidos alrededor del fuego, intentando quemar el pasado e incendiando realmente el trabajo de tantos días, viendo arder para encender el año entrante.