domingo, 11 de octubre de 2015

12 de Octubre… debemos respeto

Cuando íbamos a la escuela nos hacían celebrar el Día de la Raza, en un acto en que visualizábamos a Colón como héroe, que llegaba en una aventura adorable a descubrir América. Nos enseñaban el nombre de los navegantes, de las embarcaciones, pero nunca los nombres, organizaciones  y comunidades que vivían en nuestras tierras. Y no nos contaban de la violencia, la explotación, la dominación. Casi que no veíamos que ser colonia de España era condicionantemente negativo. Ciegamente cada 12 de Octubre legitimábamos “el derecho a la conquista”, reconociendo como tal ese hecho. ¿Realmente se conquistó? Creo que los verbos fueron: usurpar, abolir, exterminar, masacrar.
Nadie descubrió lo que ya existía, y desde entonces no se pudo sanar esa herida.
El 3 de Noviembre del 2010, por el Decreto Presidencial 1584/2010, la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, cambia el nombre pasándolo a llamar Día del Respeto a la Diversidad Cultural.
En Venezuela y en Colombia, desde el año 2002, el 12 de Octubre se conmemora el “Día de la Resistencia Indígena”, como contrapartida a la festividad anterior que adulaba a los visitantes y descuidaba a sus verdaderos héroes. Mientras que en Argentina existió un intento de conmemorar la resistencia indígena y manifestarse contra Julio A. Roca, el 13 del mismo mes, y fue fallido.
A su vez, la ONU, proclamó el 21 de Mayo como Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo. Que en nuestro país no tiene gran trascendencia.
Y algunos grupos aborígenes celebran el 11 de Octubre el último día de libertad.
Civilizaciones enteras, organizadas, con sus creencias y sus costumbres, con sus rituales y sus tradiciones. Que eran muchas, y eran diferentes entre ellas, que había otras además de los Mayas, los Incas y los Aztecas. Otras que hasta el día de hoy son desconocidas.

La historia la escribe “el que gana” ¿ o el que la roba?. Nuestra historia la redactó el etnocentrismo europeo, y nunca pudimos quebrar ese paradigma.  Porque hasta el día de hoy no pudimos aprehender de nuestra cultura nativa, no conocemos nuestras lenguas madres, desconocemos de las medicinas ancestrales, le rezamos al mismo Dios que le rezaban los asesinos y convertimos en mitos y leyendas las creencias de los antiguos habitantes de nuestro suelo. Pero apropiamos todo lo que nos trajeron del viejo continente.
 La lucha incansable, la resistencia hasta la muerte de los aborígenes quedó asimilada a un recuerdo remoto, a una historia lineal, en la celebración del 12 de Octubre.

El revisionismo histórico nos permite, hace un tiempo, criticar, rever la historia desde otra perspectiva. Imagínense un diario, un testimonio, de cualquier nativo de aquella época, que un día amaneció bajo un régimen dictatorial y genocida. No creo que difiera mucho de lo que podría contar un aborigen de toda su historia hoy.
Y sin querer ser fatalista, simplemente para que se recree la historia sin espejitos de colores, sin subestimar al indio.
Reconociendo que la conquista no fue un viajero llegando en barcos a nuevas tierras, que fue un exterminio y tuvo tres aspectos fundamentales: la violencia directa y consciente, la actitud genocida que extermino pueblos enteros en desiguales enfrentamientos; la eliminación indirecta, que fue dada al introducir la viruela, sarampión, fiebre tifoidea, sífilis, y otras epidemias en poblaciones vulnerables y sin defensas ante estas enfermedades, además de la extrema explotación laboral a la que eran sometidos los nativos; y la destrucción de las economías regionales, y con ellas la cultura entera, trasladando a los hombres y mujeres de diferentes comunidades a otras tierras para su mejor explotación a favor de los usureros de metrópoli.
En nombre de una supuesta autoridad jerárquica y superior, los colonizadores abusaron de los pueblos autóctonos, controlaron sus tierras y riquezas, impusieron una economía subordinada a Europa, impusieron autoridades, eliminaron las normas nativas, instauraron por la fuerza nuevos dogmas e instituciones, evangelizaron compulsivamente para facilitar la dominación, humillaron a la cultura americana.

Si adelantamos en la historia, la llegada de ingleses a nuestras tierras fue denominada “invasión”, y lo aprendimos así, porque los criollos del momento lo contaron de esa forma.
Entonces, si ese avasallamiento fue invasión ¿por qué lo de Colón fue colonizar?
Ese término queda suave frente a tanta atrocidad y deshumanización. Los europeos fueron salvajes, y eso pocos lo dicen. Y estos daños, por más que sean irreparables, nunca se los intento sanar. Ya que desde entonces, los pueblos aborígenes fueron reducidos, marginados, y hasta masacrados, por ejemplo, con la campaña del desierto que emprendió Julio Roca.

Y hoy?
Hoy 12 de Octubre del 2015¿cuál es la situación de los aborígenes del suelo argentino? ¿Cambió algo por haber cambiado el nombre de un día?

El acampe de la comunidad Qom en la 9 de Julio es una muestra de la realidad.
El primer acampe, hace varios años ya, reunió miembros de diferentes comunidades del país. Todos en pos al mismo reclamo: tierras, derechos, tradiciones, medicinas, partos,  animales, educación, bosques, ríos, recursos, cementerios, sus propias vidas.
Se expusieron a vivir, por largos meses, como indigentes en medio del pavimento por demás transitado de Capital Federal. Y fueron extorsionados y sacados por la fuerza, con la mentira de que si volvían a sus tierras se los escucharía en la casa de gobierno.
Como no hubo respuesta y la situación siguió igual o peor, la comunidad Qom, de Formosa, volvió a instalarse en el centro de Buenos Aires. Y espera todavía el diálogo .

En el interior se cuentan con la mano las escuelas bilingües que enseñen las lenguas ancestrales, son muy pocos los hospitales que aceptan las medicinas nativas y naturales, el parto con el cuerpo de la madre vertical y sin inyecciones, y hasta algunos ni siquiera atienden urgencias de personas aborígenes. En el interior de Argentina aún se vive en un sistema feudalista con tinte colonizador, porque expropian tierras que pertenecen a las comunidades, porque incendian sus casas, porque vulneran sus derechos. Hay gobiernos nefastos que roban sus documentos de identidad para votar, que se aprovechan de las comunidades, que imponen el clientelismo político. Son los mismos gobiernos que no pueden velar por sus derechos y que dejan entrar empresas multinacionales que degradan el suelo y acaban los recursos, que exterminan montes y se van, dejando cada vez más pobre el suelo, matando lenta y cruelmente a la Pachamama.
Ninguna política neoliberalista/capitalista reparó en la naturaleza.
La economía rompe la ecología. La educación no sabe de cuidados del medio ambiente.
Y justamente son ellos, los pueblos aborígenes, quienes saben de coexistir con la naturaleza. Quienes viven en comunión con su hábitat. Quienes quedan marginados en un sistema que no sabe que ellos tienen la solución para más de uno de nuestros males.

Hoy es importante que reflexionemos la historia y la apropiemos, a fin de encausarla y reconocer la resistencia. La historia de América la tiene que contar un americano.
El respeto a la diversidad cultural nos debiera hacer cuestionar que no se celebra nada. Que vivimos en una sociedad que no reconoce la propia historia por vivir creyendo en la de otro continente, que no respeta la tierra y las tradiciones ancestrales. Que siempre, en su diversidad, eligió asimilar y parecerse a Europa. Y eso quizá es lo que nos hizo contar una historia lineal, sin entender un proceso complejo, que hace que se unifique a comunidades diversas con su propia identidad bajo el término de “indio” – erróneo porque no estaban en la India- quienes fueron masacrados por quienes se adjudican la realeza, que nos contaron una historia desde un contexto que hoy podemos criticar.

Lo que nos hizo perder parte de nuestras creencias y costumbres nativas, por ejemplo la cultura, la forma de vida, los rasgos físicos, la religión, entre tantas otras características como la alimentación, la medicina, la educación, el idioma, el trabajo, etc.  Fue nuestra falta de inclusión con nuestra propia historia, fue la carencia de sentido de pertenencia. Algunas  pérdidas también tienen que ver con la globalización, indiscutiblemente, porque si analizamos los distintos contextos, con sus particularidades históricas, políticas y culturales que entraman la historia que hoy atendemos, tenemos que ser conscientes de que otra colonización, no violenta, se dio con los aluviones de inmigrantes europeos que vinieron a poblar el suelo argentino. Y, desde siempre, desde Buenos Aires, con ese aire de metrópoli con tendencias extranjeras, se prefirió al inmigrante europeo, al ilustrado, al blanco, al que buscaba trabajo manufacturado y luego industrializado. Desde siempre se dejó olvidado al indio, al diferente, al que estaba desde antes en la tierra que se quería “hacer progresar”.Hoy, todavía, los tratamos de "ellos". Nunca fueron y no serán "nosotros".

Aunque corrientes antropológicas los reconozcan, historiadores e investigadores sean justos con la reconstrucción de los hechos, todavía falta lo más importante que es que puedan mejorar sus condiciones de vida. Es innegable que hubo avances en el tratamiento del tema pero siguen
postergados, marginados, alejados, no incluidos. Les debemos su integridad, les debemos 500 años de respeto a las comunidades que habitan a su manera el suelo argentino.

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