domingo, 11 de octubre de 2015

La Plata Centro Cultural





De un tiempo a esta parte la ciudad tiene casi tantos centros culturales como bares. Fenómeno que quizá los platenses tenemos naturalizado, pero es un logro, una conquista social y a la vez un guiño para entender la trama en que trasciende nuestra cotidianeidad.
En los barrios, en el centro, en cualquier casita que haya quedado libre se instala un grupo de jóvenes (en la mayoría) entusiastas, gestores, creativos, con energía inacabable. Que arman fiestas, y brindan talleres: de plástica, de literatura, de música, de yoga, de fotografía, de artesanías. Y organizan ferias, y hacen recitales. Venden comida y bebida.
Y así de simple y así de complejo, forman, crean, gestan día a día la cultura de nuestra ciudad.
Vivimos en una cultura hibrida, gigante, que, gracias a estos emprendedores, nos permite tener un abanico muy amplio a la hora de elegir que hacer, cómo, cuándo, dónde…
Debemos poder analizar que si hay tanta demanda es porque hay tanta oferta, y al revés, y sin ir mucho a los conceptos económicos, creo que es una cotidianeidad riquísima. Que habla de una sociedad consciente, o por lo menos de algunos, que propone experiencias artísticas, que ofrece más que un bar y tanto como un museo, como cualquier otro ámbito cultural público o privado. Nada tiene que envidiarle una muestra de fotos en un centro cultural a una exposición en el MACLA. Los circuitos se abrieron (los nuevos, claro), para que cada artista puede tener un lugar para mostrarse.  Cada banda puede organizarse, buscar el espacio que más le quede y salir a repartir volantes. Eso tiene La Plata: espacios. Espacios referido a casas, espacios universos, espacio porque hay lugar para que se venga mucho más.
La ventaja de  ser una ciudad que recibe inmensa cantidad de estudiantes es lo que hace que tenga una juventud tan variada como enérgica. Y que contribuye que a que haya tantos y variados artistas y trabajadores de la cultura. Y eso se ve en la identidad que va tomando cada centro.
Me parece increíble poder acceder a una exposición  ya sea de cuadros o de fotos, y a la vez escuchar alguna nueva banda, entre algunos tragos y comida casera, y que ese plan se posible casi todos los días. En los centros culturales se vive una determinada experiencia que entrama conceptos y genera ámbitos de intercambio diferentes.
Es para agradecer la cantidad de talleres que se nos brindan, en una gran cantidad de horarios. Y no es por nada que existen. Cubren una necesidad que antes estaba bacante. Tener tantas propuestas como lugares para visitar o conocer, y conectar con eso que late en la ciudad. Verlo y vivirlo.
Hay ciclos de música, de cine, rondas de baile, debates. Hay temáticas variadas, estilos diferentes.
La Plata es, como la supo definir Tony Puig, una ciudad taller. Acá se gestan ideas grandes y lo que es mejor, se llevan a cabo.
Tenemos que ser capaces de reconocer que la cultura platense creció amablemente por estas organizaciones que a veces son ninguneadas por ciudadanos y el mismo municipio, pero que son constructores de nuestra realidad. Y que por suerte cada fin de semana nos abren sus puertas para que compartamos una birra con amigos!.

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